La Alta Escuela sale de palacio
La disciplina que nació en casa de emperadores y monarcas europeos ve peligrar su existencia de no desvincularse de la Doma Vaquera ·
La disciplina que nació en casa de emperadores y monarcas europeos ve peligrar su existencia de no desvincularse de la Doma Vaquera ·
La Federación debería actuar si no quiere perder una de las prácticas ecuestres más antiguas de la equitación
La Alta Escuela es una de las disciplinas hípicas más antiguas del abanico ecuestre.
La Alta Escuela es una de las disciplinas hípicas más antiguas del abanico ecuestre.
DIARIO DE JEREZ
Hay que situarse en la Austria del siglo XVI para contextualizar los orígenes de una de las disciplinas hípicas más antiguas del abanico ecuestre. El archiduque austriaco Carlos II, entronizado príncipe de las regiones eslovenas bajo la corona austriaca, decidió alimentar su gran pasión por los caballos barrocos, especialmente por los caballos andaluces. En esta época, las tierras eslovenas pertenecían a los Habsburgo, una monarquía grande y fértil en la que los caballos eran una pieza fundamental para la corte y para la sociedad en general, pues de él dependía el correo, el transporte e incluso el ocio.
Hay que situarse en la Austria del siglo XVI para contextualizar los orígenes de una de las disciplinas hípicas más antiguas del abanico ecuestre. El archiduque austriaco Carlos II, entronizado príncipe de las regiones eslovenas bajo la corona austriaca, decidió alimentar su gran pasión por los caballos barrocos, especialmente por los caballos andaluces. En esta época, las tierras eslovenas pertenecían a los Habsburgo, una monarquía grande y fértil en la que los caballos eran una pieza fundamental para la corte y para la sociedad en general, pues de él dependía el correo, el transporte e incluso el ocio.
Las monarquías centroeuropeas se nutrían de la cabaña equina española para sus caballerizas. De este modo, en un momento determinado de la historia de Europa, coincidiendo sobre todo con el fuerte parentesco entre las dinastías, el caballo español estaba presente en casi todos los establos de sangre azul. Esto fue así hasta que el sector empezó a decaer en nuestro país, momento en que la casa real de Austria decidió crear una ganadería con la base ganadera española que ya tenía en el palacio imperial. Así, Carlos II adquirió el pueblo de Lipica y sus alrededores; pensaba que esta tierra eslovena guardaba un cierto parecido con la campiña andaluza, lo que parecía ser idóneo para la cría de los futuros caballos imperiales, el caballo Lipizzano.
El aparente florecimiento de las monarquías europeas entró en crisis definitiva con las posteriores guerras que sacudieron durante siglos al continente europeo, hostilidades que obligaron a los gobernantes a trasladar e incluso a abandonar a sus caballerías. Sin embargo, esto no impidió la creación en Viena de la Escuela Española de Equitación en el picadero imperial, espacio de recreo y formación ecuestre de la raza equina lipizzana, creada por la monarquía austriaca hace ahora cuatro siglos. En este recinto se adiestraba al caballo desde su nacimiento en tierras eslovenas hasta su graduación equina en los establos del picadero imperial. Los potros llegaban a la ciudad sin doma alguna y caían en manos de avezados jinetes, normalmente con rango militar, que iniciaban una primera fase de adiestramiento llamada Baja Escuela. La Baja Escuela es la parte más elemental en la enseñanza de un caballo, algo parecido a la enseñanza general básica en la educación de un ser humano. Se educaba el paso, el trote, el galope, la cadencia, el ritmo, la regularidad, la rectitud, la obediencia a la voz del amo… En síntesis, se le enseñaba a ser adulto.
Para dar el paso a la segunda y definitiva etapa en la doma de un caballo lipizzano hay que peinar canas, como bien le pasa al caballo austriaco, que se caracteriza por su aclamado pelo blanco y por su exuberante e imponente físico. En la Alta Escuela, los jinetes y profesores del picadero imperial de Viena desarrollaban los aires más elevados, como el piaffé, el passae, la posada, la levada, el paso español, la cabriola o la pirueta, todo ello tanto a pie como a caballo. Es decir, ejercicios que condensaban la magnitud, la grandeza y, sobre todo, el poderío de las casas reales europeas.Esta particular manera de concebir la equitación no tardó en expandirse por el resto de casas reales europeas, pues la verdad, la Alta Escuela era una manera bastante real de distinguirse de la equitación del pueblo, que se limitaba a sostenerse sobre un animal que servía de medio de transporte. Así pues, la Alta Escuela escribe su época de mayor esplendor en el picadero de Versalles, en una monarquía donde todo el lujo y la pompa con la que uno pueda soñar no era suficiente.Todo esta introducción, lejos de ser exacta en lo que a fechas se refiere, sirve para localizar el nacimiento de una disciplina que contemplan siglos de historia. Es decir, la Alta Escuela nace en los palacios europeos, esto es algo irrefutable y claramente demostrable, por lo que resulta llamativo y absolutamente inexplicable que la Real Federación Hípica Española se haya afanado por enmarcarla dentro del patrón deportivo de la Doma Vaquera, una disciplina deportiva nuestra y que encuentra su punto de partida en el manejo del ganado vacuno, vamos, en el campo.
La Alta Escuela Española es la doma de mayor dificultad que recoge la tradición ecuestre española y que ha luchado durante años por hacerse un hueco, por crear una afición y un sitio entre los despachos oficiales de la Federación. Todo ello ha dado sus frutos. La disciplina cuenta con un reglamento y con una importante afición. Esto no hubiera sido posible sin el esfuerzo de un grupo de jinetes que hoy presume de tener una disciplina ecuestre reglamentada y con un calendario de competición.La Alta Escuela se ha practicado y enseñado en las instituciones de mayor prestigio de Europa, como la Escuela de Viena, de Nápoles o la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre de Jerez. En esta última institución se han formado decenas de jinetes seducidos por la grandeza y la majestuosidad de la Alta Escuela y sus caballos. Uno de ellos es Rabel Soto, además jinete olímpico, que considera que esta disciplina ecuestre "está más cerca de la Doma Clásica que de la Doma Vaquera", por lo que lo lógico es que los concursos "los juzguen jueces de Clásica y no de Vaquera". Esta confusión creada por la Federación Hípica Española tiene en estos momentos dividida a la afición de la Alta Escuela, que entiende por Alta Escuela "la licenciatura del caballo bien domado y que está precedida por la Baja Escuela, que es la etapa en la que el caballo adquiere un determinado nivel de adiestramiento que no incluye la enseñanza de ejercicios elevados, como el paso español, el piaffe, el passage, la corbeta o la levada.
La Alta Escuela es la equitación clásica con mayor reputación mundial, es un espejo en el que mirarse", según palabras de Rafael Soto.