jueves, 16 de abril de 2009

"CACICADA" EN LA FEDERACIÓN ANDALUZA DE HIPICA


Críticas a la gestión del Acoso y Derribo en la RFHE

Representantes de jueces y asociaciones de garrochistas de Andalucía, Castilla y León, y Extremadura han firmado una carta, titulada ‘Cacicada en la FAH’, en la que critican la gestión de la disciplina de Acoso y Derribo que está llevando a cabo a nivel nacional el presidente de la Federación Andaluza de Hípica (FAH) y vocal de la junta directiva de la Real Federación Hípica Española (RFHE), Joaquín Medina.

La carta ha sido escrita tras el fracaso de la reunión mantenida entre los firmantes y los nuevos dirigentes de la RFHE para tratar, entre otros asuntos, las modificaciones del reglamento de Acoso y Derribo que se vienen preparando desde hace un año y medio.

En efecto, en las planificaciones deportivas de la RFHE para 2009 figuran, en el capítulo de Acoso y Derribo, la “elaboración de la propuesta para la reestructuración de la competición estatal y territorial”, “modificaciones del reglamento” y “actualización de jueces (CNTJ)”.
El encargado de la disciplina en la RFHE es actualmente Joaquín Medina, cuya gestión se critica en la carta que publicamos íntegramente a continuación:

“Cacicada en la F.A.H.
En los últimos años los concursos de Acoso y Derribo han entrado en una deriva que nos preocupaba enormemente a la mayoría de los aficionados a este deporte, y por ello nos decidimos a actuar.

Habría que remontarse en el tiempo para entender la situación a la que hemos llegado. El Acoso y Derribo que nace de la afición y de la necesidad de los ganaderos para el manejo y selección del toro bravo salta al mundo del deporte y a la competición en los años setenta. Son estos ganaderos los que aportando los medios materiales necesarios de forma altruista y sin ayuda externa organizan aquellos primeros concursos únicamente con el ánimo de divertirse entre amigos. Se crea una primera normativa que atendiendo a las circunstancias era algo genérica y su aplicación no planteaba grandes dificultades. Los organizadores llevaban el peso del concurso en su totalidad y sus decisiones, obligadas muchas veces por las situaciones que se creaban, primaban incluso sobre las de unos jueces que en realidad tenían más la condición de amigos que de tales. Las posibles dudas y problemas en los concursos se saldaban normalmente de forma amigable.

Aquellos primeros concursos, que indudablemente tuvieron la virtud de perpetuar esta bonita afición al hacerla disciplina y permitir el acceso de todo el mundo a su práctica, han quedado ya lejos.

Hoy, el Acoso y Derribo, aunque en cierto modo sigue siendo una gran familia, es una disciplina abierta, con una gran afluencia de nuevos garrochistas y altamente competitiva. Está estructurada, gracias al esfuerzo de muchos aficionados, en fuertes asociaciones que se afanan y luchan por mantenerla cohesionada.

Uno de los retos más difíciles que asumen estas asociaciones es sin duda la organización de los concursos, que por otro lado constituyen la esencia de cualquier deporte. Esta dificultad es cada vez mayor por la no existencia de correderos permanentes, por el altísimo coste económico en infraestructuras, por la complejidad a la hora de encontrar vacas y personal especializado para manejarlas. Precisamente por esta razón es por lo que el peso y el poder de decisión que ostentan los comités organizadores en la organización de los concursos se ha hecho desproporcionado. En ocasiones, estos han manejado a su antojo los concursos organizados por ellos sin tener en cuenta del todo la normativa vigente (que no siempre era muy detallada) y sin un control por parte de los jueces, que precisamente por el origen ya comentado de esta disciplina, han desempeñado un papel carente de fuerza y de capacidad de decisión. Tampoco los propios garrochistas hemos sabido frenar situaciones en las que estos comités han actuado claramente al margen de la normativa, bien por necesidad al haber habido falta de previsión o falta de medios materiales, o en otras ocasiones incluso por favoritismos personales dentro del mismo comité.

Ni siquiera la Real Federación Hípica Española a través de los delegados federativos ha sido capaz de parar esta deriva, habiéndose dado el caso de garrochistas que han corrido concursos nacionales sin estar federados a través de su correspondiente Licencia Deportiva Nacional.

Todas estas circunstancias han desembocado en la actual situación de desconcierto y descontrol que a veces se está produciendo en los actuales concursos. Y es por esto por lo que, y volviendo al principio de lo escrito, muchos garrochistas decidimos que de alguna manera había que actuar. Se redactó un documento para someterlo a la consideración de los miembros de las distintas asociaciones, para en caso de ser aprobado, elevarlo después a la Real Federación Hípica Española.
En dicho documento se recogen, de un lado aspectos del reglamento que siendo de aplicación obligatoria no se están poniendo en práctica (como el caso del asa en la montura y la utilización de arneses no vaqueros) y de otro lado aspectos también que, no siendo obligatorios, deberían aplicarse en la actualidad (el caso de determinadas normas relativas a la organización de concursos, presentación de los caballos, etc.).

En definitiva, se trata de buscar entre todos un consenso máximo para, a partir de él, establecer un punto de partida que cambie la actual problemática.

Los abajo firmantes convocamos a los socios de las asociaciones a las que representamos y que a su vez representan a más del 90% del total de garrochistas federados en la actualidad. La respuesta fue una aprobación casi unánime en cada una de las asociaciones consultadas.

Con posterioridad a ello habría que transmitir lo acontecido a la Real Federación Hípica Española para buscar su respaldo en relación a los cambios que el documento pretendía introducir (siempre por los cauces normales de cualquier modificación reglamentaria) y sobre todo para que respaldara la obligatoriedad en el cumplimiento del actual reglamento en toda su extensión.

Se convocó una reunión a la que asistimos:
- D. Joaquín Medina, presidente de la Federación Andaluza de Hípica y representante en la Nacional del Acoso y Derribo.
- D. Fernando Vizcaíno, como director técnico de la R.F.H.E.
- D. Luis Erquicia, vocal andaluz de Acoso y Derribo.
- Dª. Elena Herranz, coordinadora de vocalía de Acoso y Derribo de la F.A.H.
- D. José María Pérez de Ayala, en representación del estamento de los jueces.
- D. Miguel Higuero, vicepresidente de la Asociación de Garrochistas de Extremadura.
- D. Javier Moro, presidente de la Asociación de Garrochistas de Castilla y León.
- D. Manuel Martín, presidente de la Asociación de Garrochistas del Rocío.
- D. Ignacio Molina, presidente de la Asociación de Garrochistas de Sevilla.

El resultado de esta reunión fue absolutamente decepcionante.

La actitud, así como las formas y el fondo de todo lo que manifestó el Sr. Medina, reflejaron en todo momento un autoritarismo y un sectarismo totalmente fuera de lugar.

Por un lado, en ningún momento se reconoció la delicada situación a la que ya nos hemos referido y que ha sido el origen de todo lo acontecido; por otro lado, se trató de minimizar la importancia y el peso del colectivo allí representado a través de la práctica totalidad de las asociaciones de toda España, así como la rotundidad del apoyo al documento aprobado en las asociaciones.

A pesar de su autoproclamada falta absoluta de conocimiento de lo que es esta disciplina, de él y de la comisión de la que dependemos en la Nacional, formada por 15 señores, el Sr. Medina no dudó en echar por tierra parte importante del razonamiento que sostiene el documento, con el único argumento de que su asesor en la materia no estaba de acuerdo, e incluso amenazó con imponer de forma unilateral criterios claramente contrarios a lo que es la esencia de esta disciplina si las posturas no se acercaban a las defendidas por este asesor (el vocal andaluz de acoso). Negó la posibilidad de crear un órgano en el que estuviesen representados todos los estamentos que componen este deporte como existe en otras disciplinas, incluso llegó a apoyar claramente la no aplicación de la norma actualmente vigente que prohíbe el uso del asa en la montura. Y como colofón, justificó expresamente su actitud por la falta de apoyo que en su día la Asociación de Garrochistas de Sevilla dio a su candidatura a la presidencia a la Federación Andaluza de Hípica.

Por todo lo expuesto no podemos por más que preguntarnos:
• ¿Dónde queda el espíritu del ordenamiento de la actividad deportiva de nuestro país que recoge la importancia que las bases y el asociacionismo deportivo han de tener en el mismo? La Ley 10/1990 del Deporte, pieza vital de nuestro deporte dice:
- Preámbulo: “Basta la alegación del mandato, explícito en el artículo 43 de la Constitución e implícito en todo su texto, para explicar y justificar que una de las formas más nobles de fomentar una actividad es preocuparse por ella y sus efectos, ordenar su desarrollo en términos razonables, participar en la organización de la misma cuando sea necesario y contribuir a su financiación”.
- Igualmente, esta Ley reconoce que “el fenómeno deportivo, como actividad libre y voluntaria, presenta un aspecto claramente diferenciado: la actividad deportiva organizada a través de estructuras asociativas”.
- Art. 1.3.: “El Estado reconocerá y estimulará las acciones organizativas y de promoción desarrolladas por las asociaciones deportivas”.
Está suficientemente claro que la base de nuestro deporte es el asociacionismo deportivo.

• ¿Dónde dejó el Sr. Medina olvidada la representatividad que los distintos estamentos de un deporte han de tener en su evolución y desarrollo? ¿Es misión de los miembros directivos de la RFHE el representar la voluntad de las bases y servir de nexo con los estamentos superiores? Los estatutos de la RFHE son claros en el desarrollo de estas cuestiones, a saber:
- Art. 2: “La RFHE está integrada por las federaciones de ámbito autonómico, en el supuesto que prevé el artículo 9 de los presentes estatutos, los deportistas, jueces, técnicos, diseñadores de recorridos-jefes de pista y clubes dedicados a la práctica, control, regulación, formación, promoción y organización del deporte hípico en todas sus disciplinas dentro del territorio español”.
- Art. 4.f.: “Es propio de la RFHE: tutelar, controlar y supervisar a sus asociados”.
- Art. 45.5.b.: “Son competencias de la junta directiva: controlar el desarrollo y buen fin de las competiciones de orden nacional e internacional, en los casos que le corresponda”.

• ¿Cómo se puede alentar por parte de un directivo de un deporte el no cumplimiento de normas que están en vigor, aprobadas por el órgano soberano de su federación, cual es la Asamblea General, manipulándolas o reinterpretándolas? Los propios estatutos de la RFHE indican en su Art. 4.e. que “es propio de la RFHE: velar por el cumplimiento de las disposiciones por las que se rige”.

• ¿Y cómo es posible que se traten de imponer criterios que están en contra de la voluntad de la casi totalidad de los deportistas, argumentando como en este caso, razones de seguridad (en un deporte que es de alto riesgo, sobre todo en campeonatos nacionales) pero que en el fondo enmascaran posiciones personalistas? Es evidente que el legislador no puede vivir de espaldas a la sociedad civil, haciendo oídos sordos de la opinión de sus miembros, más aún cuando representan a la casi totalidad de los mismos.

Nosotros entendemos que este deporte no puede quedar al libre criterio de quienes, aunque elegidos democráticamente cada cuatro años, no conocen, ni como en este caso, manifiestan sentir el más mínimo interés por el mismo.
Creemos que es el momento de huir de personalismos, aunar esfuerzos y con el consenso de la gran mayoría salir de esta situación que está dañando claramente la imagen de esta bella y singular disciplina.

Fdo: D. José Mª Pérez de Ayala Ortiz, D. Javier Moro Lajo, D. Ignacio Molina Candau y D. Miguel Higuero Zúñiga”.

FUENTE INFORMATIVA: ECUESTRE